Luis quedó intrigado cuando
el ejecutivo de su AFP le consultó si destinaría todo o una parte de sus
ahorros previsionales para su pensión, o si haría algún retiro de APV o de
Excedente de Libre Disposición. Siempre había pensado que su jubilación saldría
del total del fondo, pero la duda quedó sembrada cuando le explicaron que pese
a dejar de trabajar tendrá que pagar impuestos por el dinero que recibirá. Si
decidía que para su jubilación se utilizara todo su ahorro, además del mayor
ingreso generaría mejores pensiones de sobrevivencia para su esposa en caso de
que él falleciera. Pero tributar por un monto más alto no le hacía mucha
gracia. A sus 65 años, Luis entendió que debía tomarse con algo más de calma el
estudio de sus posibilidades, pues saber que su pensión estaría afecta al
Impuesto Único de Segunda Categoría lo puso en un escenario desconocido. La
decisión quedó pendiente.
No todo
lo que brilla es oro
De vuelta en su casa,
Luis comenzó a explorar las alternativas que tenía para el uso del ahorro acumulado
en décadas de cotizaciones regulares como contralor de un banco con un sueldo
promedio de 60 UF. Su cuenta de capitalización individual tenía la no
despreciable suma de $220.000.000, cifra que se componía de las cotizaciones obligatorias
y el Bono de Reconocimiento ($100.000.000), el saldo por depósitos convenidos
($50.000.000) y sus cotizaciones voluntarias ($70.000.000). Con estos recursos
podía recibir una pensión bruta de hasta $1.300.000 al mes. Al consultar la tabla
con los diferentes tramos de renta y las tasas de impuestos asociadas, calculó que
con esa jubilación (descontadas 4,2 UF para salud), debía pagar $ 48.541 como tributo
mensual (cerca del 3,7% del total). Recibiría $ 1.170.908 líquidos, lo que no
era malo, pero pensó en que quizá existían otras opciones mejores. Para obtener
mayores antecedentes, Luis acudió a Soledad, una ex compañera del banco que
ahora trabajaba para una AFP. Luego de exponer su situación, la primera sugerencia
que le hizo fue que hiciera un retiro de APV por los $70.000.000 de su saldo
por cotizaciones voluntarias y que jubilara con el remanente de $150.000.000. De
esa manera recibiría una pensión bruta de $ 886.000, a la que se descontarían $
18.418 por el Impuesto Único de Segunda Categoría, sólo un 2,1% de la
jubilación, ahorrándose $ 30.123 mensuales y quedándose con un buena cantidad
de dinero disponible. Sin embargo el entusiasmo se enfrió cuando Soledad empezó
a calcular el gravamen que correspondía aplicar sobre el APV retirado. Serían $
21.000.000, el 30% si se consideraba como renta anual afecta al IGC $10.632.000,
es decir, sólo sus pensiones. “Es demasiado, tiene que haber otra fórmula”, señaló
Luis.
Maximizando
la pensión
A Luis le pareció
contraproducente sacar una gran cantidad de recursos del APV, por lo que quedaba
la posibilidad de hacer retiros menores. También estaba la alternativa de
solicitar su Excedente de Libre Disposición (ELD), como le planteó Soledad. Ambos
comenzaron a estudiar los antecedentes de la AFP, que indicaban que podía
retirar cerca de $ 84.000.000 como ELD, pues el capital necesario para
financiar una pensión equivalente al 70% de su sueldo era de $136.000.000. Soledad
echó mano a sus conocimientos, que fueron muy útiles para explicarle a Luis
algunos aspectos en los que por sí sólo no habría reparado. Por ejemplo, que esos
$ 84.000.000 se descomponían en los $70.000.000 que acumuló gracias a las
cotizaciones voluntarias y $14.000.000 de los depósitos convenidos. Ello, de acuerdo
al orden de prelación que establece la Superintendencia de Pensiones para
constituir el ELD. Revisando el aspecto tributario, si sacaba la totalidad del
dinero a que tenía derecho también terminaría por cancelar un alto monto en
impuestos. Si bien del total había $27.000.000 (800 UTM) que constituían renta
exenta, los gravámenes correspondientes podrían llegar a casi $ 19.000.000, equivalentes
al 22% del ELD. Otra vez ante Luis aparecía la alternativa de hacer retiros
menores que bajaban la tasa impositiva, especialmente si los montos estaban dentro
de los tramos que constituían renta exenta. Luego de todo lo conversado con
Soledad, Luis decidió esperar un poco más para tomar una decisión definitiva.
Claramente su mejor opción era destinar todos sus recursos a pensión o bien
retirar sólo el ELD exento (cerca de $27.000.0000), pero quería indagar qué
podría hacer con un buen retiro de APV o ELD.
Este caso, que es muy recurrente, tiene varias aristas.
Por ello, asesórese con expertos en esta materia, que le ayudarán a maximizar
tanto el monto de su pensión final como del menor pago de impuestos posible, considerando
no sólo la alternativa de la AFP, sino de todos los actores que participan en
esta industria.